miércoles, 1 de junio de 2011

Onésimo Redondo, en los albores de la Falange, por José Miguel Villegas


En una biblioteca repleta de camaradas de todas las familias azules, la Hermandad de la Vieja Guardia, y en su nombre el Centro de Estudios Nacional Sindicalistas, en colaboración con la Editorial Barbarroja, presentó la última de las novedades editoriales – hasta el momento - de ésta última, de marcado carácter falangista: “Onésimo Redondo. En los albores de La Falange".

Tras la breve introducción por parte del presidente de la Hermandad, Carlos Batres, en que se refirió al autor como “el Ministro”, en alusión a su condición sacerdotal y tras aclarar que en realidad se trata de Luis Miguel Villegas, “el camarada pater Villegas”, tomó la palabra el director del CENS - organizador del evento - camarada Luis López Novelles, todavía receptor de múltiples felicitaciones por el reciente éxito de la lista electoral que defendía en El Escorial, y que, liderada por Carlos Zarco, ha obtenido un concejal en dicha localidad.

Se refirió López Novelles a la oportunidad de la fecha, festividad de San Fernando y patrón de la Juventud, para señalar la clara característica dual del autor, al que definió como “mitad monje, mitad soldado”, como por otro lado debe ser el perfil natural de cualquier falangista – señaló –.

Tras rememorar algunos momentos pasados juntos en los años ochenta, se refirió López Novelles a la ocasión de traer a nuestra memoria, en tres aproximaciones distintas, la obra de Onésimo Redondo, tan desconocido, y sin embargo, tan actual a la luz de los acontecimientos políticos y sociales en los que estamos inmersos.

Invitó al autor a continuar la senda emprendida con esta aproximación a Onésimo, provocándolo para acercar a cuantos iniciadores – que no fundadores, diría el pater – de la Falange se mantienen mayoritariamente entre la ignorancia y el olvido.

Miguel Ángel Vázquez – que con Enrique Uribe es el responsable del extraordinario esfuerzo editorial que Barbarroja viene realizando sobre temas y autores falangistas – se refirió a los seis volúmenes publicados en apenas unos meses, con esta temática, y al amparo que la Hermandad ha dado a la difusión de tal generoso esfuerzo literario a través del CENS.

El prologuista, el poeta Alfonso López Gradolí, se refirió brevemente a su peculiar prólogo “sin puntuación” y al mucho tiempo que había transcurrido desde que, poco a poco perdiera su contacto con La Falange, alegrándose de haber podido recuperarlo participando en este libro.

Y finalmente, las dos más importantes intervenciones se las reservaron los amigos, camaradas y compañeros de juventud José Luis Jerez Riesco y José Miguel Villegas.

El turno de Jerez, discurrió por varias sendas - polémica y radical la primera - en tanto que señaló como causa directa del silenciamiento y ocultamiento de Onésimo su “declarado antisemitismo y antimasonería, que le eran habituales”.

El segundo bloque, entrañable en los recuerdos y anécdotas de juventud vividas por ambos, nos acercó al autor en muchas de sus dimensiones: el joven, el experto maestro en artes marciales, el envidiado propietario de un “dos caballos”, los amores platónicos de juventud, el abrazo al sacerdocio, la entrega a los demás....

Por último, y utilizando un juego de autosimilitudes con el propio Jerez, se acercó el ponente a la figura política y literaria de Onésimo Redondo.

El último en intervenir, antes del abrir un breve pero intenso y también polémico debate en torno a varios temas relativos a la unidad, la militancia, la misión, el hombre... y que pasó en algún momento por el denominado movimiento 15 de mayo – que suscitó discusión – fue el propio autor, el Camarada Pater Villegas.

Fue su intervención un alegato por la necesidad de trabajar todos en la misma dirección y en la que todos somos imprescindibles; empezó hablando de Paz, como consecuencia de la Justicia y muy por encima de la democracia.

Se refirió al ninguneo, a la época de la falsificación de la Falange, al todo compuesto por todos y cada uno de los iniciadores como un conjunto y no como partes separadas; A la necesidad de entender la influencia que unos tuvieron sobre otros en sus propias evoluciones y en la del movimiento que discurrió entre la Comedia y el Madrid. A no enfrentar a los autores – Ramiro, Onésimo, Julio, José Antonio – sino a comprenderlos en su totalidad.

El libro sobre Onésimo jugó con una fórmula francamente eficaz: construir un conjunto coherente, profundo, amplio y nada superficial, a base de tomar diversos artículos debidamente ligados, para llegar a la verdadera esencia del Onésimo desconcido.

Un segundo ejercicio de imaginación consiste, en la segunda parte del libro – una tentación, dijo el Pater – en responder a problemas cotidianos y actuales con respuestas dadas en los textos y artículos de Onésimo, escritos en los años 30.

Hubiera querido el Pater que las respuestas quedaran desfasadas y que no sirvieran, pero llega a la conclusión de que, más de 70 años después, podría parecer escritas por nosotros mismos esta misma mañana.

Tras reivindicar nuevamente la unidad de acción y la necesidad de hombres preparados y dispuestos, y tras referirse al confortador origen de la concentración de Sol, a pesar de que “como dijera Ortega, no es esto, no es esto,” y de alegrarse, en todo caso, porque haya alguien dispuesto a moverse, no sin echar en falta la presencia de nuestros guiones rojinegros en la concentración, el autor dedicó unos minutos a recordar a David Jato, a Narciso Perales, a Carmen Palacios (la novia de ambos intervinientes) y a Fray Pacífico de la Pobladura (franciscano y nacional sindicalista) de quien contó anécdotas “de las que no se pueden contar”.

El camarada Villegas terminó preguntándose “¿No hay nada que decir al pueblo español o tenemos todavía algo que decir? Tenemos mucho que decir y el pueblo español necesita que se lo digamos. (...) Si no somos capaces de unirnos, no por unirnos sino porque España nos necesita, al menos tengamos la decencia de disolvernos”.
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